Las máquinas y los robots nos rodean en nuestra vida diaria, y nos rodean en nuestro trabajo. Muchas labores industriales, las más peligrosas, las más monótonas, las más pesadas, han sido ya o están siéndolo, apoyadas por los brazos robóticos. No es el futuro, es el presente.
También la robótica ha llegado a los procesos de soldadura por arco. En las grandes factorías el salto se dio ya hace bastantes años, pero todavía existen multitud de talleres pequeños y medianos que sienten reparos a dar el paso a la robotización. Estos reparos afectan a la dirección de la empresa, que no sabe si su equipo será capaz de manejar un equipo tan ‘futurista’ como es un robot, o si podrá amortizar la inversión. También siente reparos la plantilla, que ve al robot como un competidor y un peligro a la estabilidad de su puesto de trabajo.
Muchos soldadores se sienten estremecidos cuando se presenta un robot en la planta. Especialmente si viene acompañado de un extraño con pintas de vendedor y lo saluda su jefe con actitud positiva. Lo que le faltaba. Difícil le resulta competir con sus colegas como para que ahora le venga un cacharro de metal que no se cansa, a ver quién produce más.
No se dan cuenta de que el interés de la dirección de la empresa no es reemplazarle, sino que produzca más con la buena calidad y el cuidado con el que ya lo hace. Y para eso, como no es capaz de producir más sólo con los medios manuales, le está buscando una herramienta que le ayude.
Parte del trabajo del soldador es monótono y repetitivo, muchas veces con posturas forzadas que exigen descansos frecuentes. Operaciones que hay que hacer para terminar la pieza pero que podrían ser realizadas por otro compañero menos experto. Cuánto más a gusto dejaría estos cordones a esos aprendices que cuesta encontrar y se centraría en las piezas especiales con los que se siente orgulloso demostrando sus habilidades.
El soldador y, especialmente su jefe, preferirían que no tuviera él que echar sus horas en esos cordones. Casualmente es el trabajo ideal para algo tonto capaz de repetir incansablemente mientras tenga piezas preparadas y material con el que soldarlas. El trabajo de mantener una postura forzada durante largo tiempo se transformaría en preparar piezas y darle a un botón mientras hace un descanso entre cordón y cordón de la pieza difícil donde su maestría es imprescindible.
Porque para soldar, el más experto ‘movedor’ de robots no conseguirá un cordón decente cuando las piezas a soldar se empiecen a complicar. Esa ‘T’ en chapa de acero gorda la suelda cualquiera. Pero un cordón en vertical, chapa delgada, material especial, cuando la experiencia lo es todo, necesitará del soldador experto para adaptar los movimientos y los parámetros de soldadura. Sin el soldador tradicional, el robot no produce nada de calidad. El soldador tradicional con un robot industrial es una pareja eficaz para producir cordones perfectos.
Nos están haciendo creer que la programación de un robot industrial es tan compleja que los soldadores tradicionales solo pueden llegar a programar aquellos brazos que pueden ser movidos con la mano. ¿En serio alguien que configura los parámetros de soldadura, planifica sus cordones para hacerlos de tirón y adapta sus movimientos según se transforma el material al soldar no será capaz de apretar unos botones para hacer su trabajo más productivo?
Al principio le costará, como le costó aprender a conducir. A menudo tendrá que pulsar ‘el otro botón’ como le tocó pasar por ‘no, la otra derecha’. Al tiempo manejará la consola de programación como ahora no solo conduce sino que lleva la conversación mientras toca el claxon para contestar al ‘listo’ que se le ha colado en una maniobra ajustada evitando el accidente.
En Kawasaki Robotics Iberian HUB, gestionado y coordinado desde Larraioz Elektronika, contamos con dos familias específicas de brazos robóticos para soldadura al arco: la serie BA, de eje hueco, y la serie RA
No te equivoques, un robot para soldadura por arco ni es ni puede ser un brazo de propósito general, ni tampoco un brazo sin la debida robustez en un entorno industrial tan agresivo, ni mucho menos combinaciones tan extravagantes como el de un robot colaborativo con la antorcha de soldadura.
A diferencia de los robot de propósito general, se espera encontrar ciertas funcionalidades en los de soldadura por arco, como la gestión de parámetros de soldadura en forma de recetas, la parametrización de la ondulación del movimiento o la integración con mesas posicionadoras y en una segunda fase, patrones de búsqueda de pieza o comunicación con láser de seguimiento de junta, entre otras. Kawasaki Heavy Industries ya lleva 50 años aprovechando y evolucionando todas estas ventajas funcionales en la fabricación de sus motos, trenes, barcos, submarinos, helicópteros,…
Habla con nosotros, plantéanos esas preguntas que te hacen dudar a la hora de introducir tu primer robot en planta. Estaremos encantados de resolverlas, de explicarte los beneficios que experimentan ya quienes utilizan nuestros brazos e incluso prepararte alguna demostración en nuestras instalaciones.
Si lo que buscas es alguien que te entregue una instalación llave-en-mano lista para trabajar, ven a conocer nuestro programa Larraioz Mechatronic Team (LMT). Podrás conocer nuestra extensa red de colaboradores – entre los que contamos con expertos en soldadura por arco – con los que podrás ajustar el alcance de la solución según tus necesidades actuales y futuras.
Y si eres un integrador y buscas tu hueco en el LMT tenemos también la puerta abierta, porque aún hay trabajo por hacer y, como ya he mencionado alguna vez, la robótica ha venido para quedarse. Necesitarás experiencia previa en soldadura si tus instalaciones van a ser de soldadura. Nosotros te podremos ayudar en lo fácil: transferirte el conocimiento experto para que puedas mover el robot, programarlo y conectarlo al equipo de soldadura. Lo esencia del proceso, el ingrediente secreto, lo mantendrás contigo, estará presente en tus instalaciones y lo aprovecharán tus clientes.
Larraioz Elektronika
Este artículo aparece publicado en el nº 540 de Automática e Instrumentación págs. 74 a 76.
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