No me negarán que resulta al menos curioso que en esta sociedad llamada de la información y la transparencia tengamos que conocer algo de lo que está ocurriendo en las discusiones a puerta cerrada sobre el Tratado Transatlántico del Comercio y las Inversiones (TTIP) gracias a unas filtraciones que se han reflejado en unos documentos publicados por la ONG Greenpeace.
¿Qué esconden dichas discusiones para que tengan que ser tan secretas que ni siquiera los parlamentarios europeos puedan acceder a ellas? Recuerdo cómo uno de estos parlamentarios español explicaba como después de muchas peticiones había conseguido leer algunos papeles en una sala cerrada después que le despojaran de móvil, cuadernos y cualquier medio de escritura.
La verdad es que en las cerca de 250 páginas que incluyen los papeles de Greenpeace no aparecen demasiadas revelaciones sorprendentes que justifiquen tanto secreto. Los documentos reflejan el lento progreso de unas negociaciones en las que la intransigencia estadounidense se enfrenta a las peticiones europeas.
Al final de la duodécima ronda de discusiones a finales del pasado mes de febrero parece que no se avanzó en nada. Y ya es curioso que uno de los principales puntos de desacuerdo fueran las denominaciones de origen de los vinos, “champagne”, por ejemplo. Otro problema, en este caso realmente importante, es el que se refiere a los mercados públicos. Son dos de las líneas rojas que se desprenden de los mencionados documentos. Y, a juzgar por los mismos, parece que las negociaciones están lejos de llegar a buen fin. Más de uno piensa que ni siquiera llegarán.
Son muchos los gestos de oposición que tienen lugar en ambos lados del Atlántico. A principios del pasado mes de octubre, tres millones de firmantes pedían a la UE la terminación de las negociaciones y unos días antes, cerca de 100.000 manifestantes marcharon por las mismas razones en Berlín. Pero es que también el gobierno francés, en voz de su Secretario de Estado de Comercio Exterior, ha manifestado en los últimos meses sus dudas acerca de la posibilidad de concluir un acuerdo.
Pero, como decía, tampoco parece que en EEUU se muestre ningún entusiasmo ante este discutido acuerdo. Ninguna palabra a favor por parte de la candidata demócrata Hillary Clinton y mucho menos por parte del republicano Donald Trump que reclama la vuelta al protagonismo.
Y, ¿qué dicen los sectores industriales?
Aquí sí que depende del sector. Parece que la industria textil francesa (nada he oído ni leído por parte de la española) lo apoya, mientras, por ejemplo, la de cosméticos se muestra dudosa. También la industria petrolera europea expresa sus temores ante el peligro de la entrada de productos más baratos procedentes del gas de esquisto.
En todo caso, el problema está en la necesidad de armonizar las normas, especialmente evidentes en el caso de la industria alimentaria y farmacéutica, así como en las normativas de la protección del medio ambiente, mucho más laxas en EEUU o las de las condiciones laborales notablemente diferentes en uno y otro lado del Atlántico.
El tema es complejo y, aunque presentado como un simple acuerdo comercial, su contenido puede tener consecuencias más importantes de lo que pueda parecer sobre las poblaciones de los diversos países. Es precisamente por esto que resulta inquietante que en nuestro país, ahora que nos encontramos en etapa electoral desde hace meses, prácticamente ningún político en sus repetitivos discursos haga referencia alguna al TTIP. Tampoco he encontrado referencia en los programas electorales de los diversos partidos. Parece que políticos, empresarios e incluso movimientos sociales (los hay en contra pero son muy minoritarios), entretenidos en mirarnos el ombligo español, no nos sintamos especialmente motivados ante lo que pasa fuera de nuestras fronteras, aunque, como miembros de la Unión Europea, lo que se decida o no en las discusiones cerradas a cal y canto sobre el TTIP nos afectará también como ciudadanos.
Me gustaría saber qué piensan los representantes de nuestras empresas industriales al respecto. Y el sector agrícola, ¿tampoco tiene nada que decir?
Esperemos que cuando acabe este festival electoral en que estamos inmersos, el gobierno que salga de todo ello nos informe de cuál es su posición frente a un acuerdo que puede afectarnos a todos, esto si es que tiene opinión sobre ello, lo que es mucho esperar.
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