El ritmo de desarrollo de nuevos avances tecnológicos, especialmente en el campo de las tecnologías de la información, y su capacidad transformadora de la sociedad han estado acelerándose en las últimas dos décadas. Es algo ampliamente conocido, pero sigue sorprendiéndonos cuando una aplicación sacude nuestros cimientos. Sin duda, este año será recordado como el año de ChatGPT. Para aquellos que han estado viviendo debajo de una piedra, ChatGPT es un modelo de lenguaje basado en inteligencia artificial desarrollado por la empresa privada OpenAI. Está diseñado específicamente para generar respuestas en conversaciones tipo chat con el objetivo de interactuar de manera natural con los usuarios, brindando respuestas que se asemejan a las que podría dar una persona en una conversación.
Desde su lanzamiento el 30 de noviembre de 2022, ha tenido un impacto innegable en la sociedad y en la forma en que percibimos el impacto futuro de las aplicaciones basadas en inteligencia artificial. Aunque la inteligencia artificial ha sido objeto de atención por parte de investigadores y agencias de innovación (tanto públicas como privadas) durante décadas, basta con observar el crecimiento exponencial de noticias, programas de divulgación y entrevistas relacionadas con este tema en los últimos seis meses para notar el cambio de tendencia. Cuestiones como el impacto en el mercado laboral, la propiedad intelectual, la protección de datos y, por supuesto, la educación, se discuten a diario.
En el ámbito específico de la educación, sin duda, surgen muchas dudas, especialmente en cuanto a cómo afecta al modelo educativo actual en España y potencialmente al trabajo de los ingenieros. Steve Jobs defendía que todo el mundo debería saber programar porque enseña a pensar. ¿Se volverá obsoleta esta afirmación debido a herramientas como GitHub Copilot?
Uno de los primeros impactos que ha tenido esta herramienta, y por lo cual ha recibido mucha atención, es su capacidad para escribir trabajos y tareas para estudiantes en numerosos niveles académicos y materias, especialmente en la enseñanza media y en aquellos cursos en los que la evaluación se basaba en el desarrollo de trabajos fuera del aula por parte del alumno. Discernir la autoría de estos trabajos es una tarea prácticamente imposible, por lo que en numerosos centros se ha llegado a prohibir el acceso a la herramienta en el campus web (aunque considero que esta medida tiene poco recorrido, desde mi humilde punto de vista).
La existencia de esta herramienta cambia las reglas del juego, por así decirlo, y aunque actualmente no hay ninguna herramienta capaz de resolver problemas de diseño en nuestro campo, dentro de unos años los estudiantes de enseñanza media que hayan convivido con esta nueva realidad llegarán a las aulas de nuestras universidades. Surge la duda de si el uso de estas herramientas podría disminuir la presencia cognitiva y otras facultades, lo que implicaría que el modelo educativo deberá centrarse en el desarrollo de habilidades únicas que las IA no puedan replicar y cambiar el modelo de trabajos y tareas fuera del aula por otros enfoques de enseñanza y evaluación.
En cualquier caso, aunque ChatGPT está poniendo en duda el sistema actual, centrarse únicamente en el fraude o el plagio sería ignorar el potencial que el uso de la inteligencia artificial tiene en la educación. Este tema ha recibido una gran atención por parte de la comunidad internacional incluso antes de su llegada, como lo demuestra el proyecto ‘Artificial Intelligence and the Futures of Learning’ de la UNESCO, que en 2021 redactó un documento de referencia para legislar el uso de estas tecnologías en la educación, estimando su valor en seis billones de dólares para 2024. En este documento, se ofrecen no sólo recomendaciones sobre cómo legislar para lograr un uso equitativo, inclusivo y ético de la IA en la educación, sino también propuestas específicas sobre cómo utilizarla para mejorar la educación, como el uso de la tutorización personalizada que permita implementar modelos de enseñanza mixtos en los que la labor de los profesores se complemente con las nuevas tecnologías.
Indirectamente, el desarrollo de la inteligencia artificial nos obligará a centrarnos en el alumno como protagonista del aprendizaje en lugar de en el profesor, como promueve el Espacio Europeo de Educación Superior (con un éxito debatible en nuestro país) desde la Declaración de Bolonia en 1999.
Como reflexión final, además de modificar los métodos de enseñanza para tener en cuenta el plagio y el posible uso beneficioso de estas herramientas por parte de alumnos y profesores, cabe preguntarse sobre el impacto en las propias materias que se enseñan, ya que su explotación en el ámbito profesional es y será decisiva. OpenAI realizó un estudio en marzo de 2023 sobre las posibles implicaciones de sus herramientas en el mercado laboral de los Estados Unidos, estimando que alrededor del 19% de los trabajadores podría ver afectado al menos el 50% de sus tareas, en todos los niveles salariales. ¿Es más importante formar en la comprensión de las tecnologías que habilitan estas herramientas o en cómo utilizarlas de manera más eficiente?
En conclusión, nos encontramos al borde de un nuevo paradigma educativo. Las universidades españolas tienen una gran oportunidad para liderar esta nueva revolución y responder a los desafíos que se nos presentan. Esperemos estar a la altura.
David Muñoz de la Peña Sequedo
Coordinador del Grupo Temático de Educación en Automática del Comité Español de Automática
Catedrático del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática
Escuela Técnica Superior de Ingeniería
Universidad de Sevilla
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Este artículo aparece publicado en el nº 548 de Automática e Instrumentación págs. 16 y 17.
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