Durante estas pasadas navidades, se ha vuelto viral un vídeo grabado en 1991 en el que aparece Antonio Gala prediciendo con lucidez parte de nuestra relación actual con la tecnología1. En su discurso, Gala advierte y rechaza los riesgos de un posible futuro tecnológico, aunque muestra cierta admiración por los avances logrados. En esta tesis ya había profundizado Hans Jonas en el Principio de Responsabilidad, publicado por primera vez en 1979 en Alemania2. Jonas sostiene en dicho ensayo que la capacidad tecnológica alcanzada ya permite transformar las utopías del ser humano en diseños competitivos de proyectos realizables2. Al mismo tiempo, advierte de los riesgos que esto supone y plantea la necesidad que tiene el ser humano de desarrollar una nueva ética basada en la responsabilidad de las generaciones actuales con respecto a las futuras.
Lo cierto es que nuestra especie siempre ha mostrado esta temerosa admiración hacia la tecnología. En la mitología nórdica ya se le atribuía al martillo de Thor capacidades como la de mantener el delicado equilibrio de poder entre las fuerzas del bien y del mal3. Hoy le atribuimos capacidades semejantes a técnicas como la Inteligencia Artificial.
Sin embargo, en ocasiones, el desarrollo tecnológico puede considerarse tan humano como la política, la filosofía o la educación. Distintos grupos de ingenieros y científicos que abordan materias de estudio similares demuestran que, aprovechando las sinergias entre ellos y trabajando de forma colaborativa, se logran avances tecnológicos impensables, pero tan humanos y éticos como reclama Hans Jonas.
Un ejemplo es el Grupo Temático de Control Inteligente del Comité Español de Automática (CEA)4, que lleva años trabajando en el desarrollo de técnicas inteligentes aplicadas a distintos sectores de la sociedad española, incluso mucho antes de que el término “Inteligencia Artificial” alcanzara la popularidad que tiene hoy. Desde principios de los años 90, varios integrantes de este grupo ya se encontraban entre los investigadores españoles que sentaban las bases de esta temática en este país. Poco después unieron fuerzas creando el Grupo Temático mencionado en el marco de CEA y fueron incorporando jóvenes talentos y nuevos investigadores de distintas regiones del país. Hoy muchos son referentes en campos como: las celdas de combustible de hidrógeno y los sistemas renovables que utilizan este vector energético; la generación eléctrica fotovoltaica; los sistemas eólicos offshore; las técnicas de optimización multiobjetivo; los vehículos eléctricos; los vehículos autónomos aéreos, marítimos y terrestres; la gestión energética de sistemas renovables; el análisis de señales biomédicas y la dosificación óptima de tratamientos y anestesias; la detección de ciberataques y el desarrollo de sistemas de ciberseguridad inteligentes; la gestión inteligente de los sistemas de desalación de aguas; la toma de decisiones óptima en robótica; la detección de anomalías en redes de tráfico; la creación de entornos virtuales de fabricación; la planificación energética inteligente; la detección y el diagnóstico de fallos en máquinas; el análisis de sistemas sociales, entre otros.
Por tanto, si algo ha demostrado el control inteligente durante los últimos años en España es su riqueza, su transversalidad, pero también su aportación equilibrada de valores: técnicos y humanos. Varios de los investigadores que lideran estudios en este ámbito en España llevan años mostrándose comprometidos con el desarrollo tecnológico, pero también con el desarrollo social, educativo y personal de los jóvenes que se interesan por este campo de estudio. En toda la geografía española son innumerables ya los cursos, simposios, jornadas, webinarios, charlas, premios e iniciativas formativas que organizan estos investigadores de forma altruista.
Resulta ilusionante coincidir y aprender con este grupo de personas en los tiempos en los que nos ha tocado vivir. Ahora más que nunca tiene sentido unir fuerzas ante los retos que se nos plantean, ya que nunca habíamos experimentado los efectos del cambio climático, la falta de recursos energéticos y de materias primas, las pandemias, la falta de recursos hídricos, o los incendios, como lo estamos viviendo ahora. Sin embargo, dentro del amplio abanico de soluciones que es capaz de proporcionar el ser humano de la mano de la ciencia, el control inteligente ha demostrado que puede resultar esencial. Sus referentes en España hacen que las ventajas de esta tecnología no se queden en el ámbito técnico, sino que trasciendan al ámbito humano y logre ventajas sociales que puedan contribuir a responder ante los retos indicados. Como decía el héroe: un gran poder, implica una gran responsabilidad, y este es el principio de responsabilidad del control inteligente en España.
Pedro Jesús Cabrera Santana
Coordinador del Grupo Temático de Control Inteligente del Comité Español de Automática
Profesor Titular de Universidad del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC)
Responsable de la línea de investigación Smart Energy Systems del Group for the Research on Renewable Energy Systems de la ULPGC
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Este artículo aparece publicado en el nº 552/53 de Automática e Instrumentación págs. 16 y 17.
2 Hans Jonas. El principio de la responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Herder Ed. Barcelona (1995)
3 Jostein Gaarder. El mundo de Sofía. Siruela (2023)
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