Las restricciones impuestas por la pandemia han tenido consecuencias directas en las emisiones de CO2. Este contexto sin precedentes ha reducido en torno a un 7% las emisiones de gases contaminantes en el mundo. Sin embargo, la trayectoria del calentamiento global sigue lejos de los objetivos establecidos por el Acuerdo de París de 2020. En cuanto a la descarbonización del sector industrial, clave en la reducción de las emisiones por ser uno de los que más energía consume junto al sector transporte y al residencial, los expertos de Segula Technologies avisan de que todavía queda mucho por hacer.
“Las nuevas energías son ahora sin duda más limpias, pero también son más caras, y eso es un freno. Es importante llegar a un equilibrio, pero tanto la industria como los usuarios deben ser capaces de interiorizar que el cuidado sostenible de nuestro planeta conlleva un esfuerzo por parte de todos”, explica Jean-Luc Baraffe Director de Innovación e Investigación de Segula. Desde este grupo global de ingeniería explican cuáles son las tendencias que marcarán la transformación ecológica y energética de la industria para limitar el impacto medioambiental.
La producción de electricidad representa casi el 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero, en particular por el uso masivo de carbón, gas o fuel-oil que abastecen a las centrales eléctricas. El compromiso actual de las empresas de hacer más ecológicas sus actividades pasa por la diversificación de las fuentes de suministro, dejando más espacio para las energías renovables alternativas como la eólica o solar, o bien para el uso de vías de producción de electricidad menos contaminantes como la nuclear, la hidroeléctrica o el gas o, incluso, apostando por la producción de hidrógeno bajo en carbono, fórmula incipiente actualmente que está adquiriendo popularidad.
Otra de las claves más innovadoras reside en la posibilidad de almacenamiento de energía, que facilita el uso de energías renovables y permite el acceso a ellas en momentos en que la climatología no permita producir o en momentos de necesidad por saturación ante las determinadas demandas de consumo, como el sistema REMORA de Segula Technologies. Existen diseños y propuestas actualmente que consiguen hasta un 70% de eficacia en el almacenamiento. Para que esto sea posible, y los costes sean más asumibles por las empresas del sector, actualmente la UE está fomentando planes de ayudas para los proyectos que contribuyan a la transición energética en este sentido.
Para contribuir en la emergencia climática, es importante que los ingenieros diseñen productos finales con una reducida huella de carbono durante todo su ciclo de vida, algo que puede conseguirse teniendo en cuenta un enfoque más económico y de reutilización y reciclaje de los materiales. Por ejemplo, en la industria del automóvil se pueden introducir plásticos procedentes de la cadena de reciclaje o sustituir la fibra de carbono por fibra de basalto procedente de roca magmática. “Algunos de los estudios que hemos realizado, indican que en el futuro se podrán integrar los residuos de combustión para reducir la cantidad de materia virgen utilizada para fabricar materiales como el cemento, gran generador de gases y tan utilizado en el sector de la construcción”, explica Jean-Luc Baraffe.
En la misma línea, los expertos aseguran que para poder llevar a cabo un diseño más ecológico se deben diseñar productos cuyo uso limite la dependencia actual de los combustibles fósiles. El sector transporte está actuando en este aspecto mediante aviones de hidrógeno, autobuses eléctricos o de biogás, entre otros. Se trata de vehículos que prometen ser más ligeros para reducir aún más el nivel de energía necesaria. Sin embargo, esto encarecerá el producto.
Producir, vender, tirar, sustituir. Este es el patrón de la producción industrial, contaminante e incompatible con el cambio climático. El cambio pasa por un modelo económico en el que los residuos de hoy puedan convertirse en los recursos de mañana. La modernización de los vehículos a través de softwares o módulos reemplazables será una forma, por ejemplo, de no tener que cambiar el coche, sino de actualizarlo, contribuyendo así a la reducción de la producción masiva. El reto estaría en el diseño de coches con mayor capacidad de kilometraje, y la oferta comercial deberá garantizar el mantenimiento eficaz a los clientes, algo en lo que la inteligencia artificial tendrá un papel altamente relevante en la predicción de averías.
Los grandes grupos industriales deben revisar sus métodos de producción si quieren alcanzar los objetivos medioambientales. Las fábricas más inteligentes y digitales son más eficientes y son la base del concepto de Industria 4.0 que se ha impuesto en el sector industrial en los últimos años. Esta transformación se está produciendo mediante la integración de nuevas soluciones tecnológicas en los centros de producción: monitorización de la línea de producción, realidad aumentada, impresión 3D, escaneado 3D, mantenimiento predictivo, inteligencia artificial, etc. Estas tecnologías ayudan a optimizar el consumo energético de la planta y a mejorar la eficacia de los procesos de fabricación con un menor consumo de las máquinas, menos paradas, menor volumen de residuos generados, menos emisiones contaminantes, entre otros.
Las empresas del sector deben seguir en la línea marcada por el 2020 y evitar desplazamientos innecesarios, el consumo descontrolado de materiales. Este cambio de mentalidad no sólo afecta a las funciones de soporte, sino que también puede aplicarse a las actividades de producción, mediante la digitalización de las herramientas. Para ello, es recomendable facilitar el uso compartido del coche, fomentar el uso del transporte público y, por supuesto, integrar una parte importante del teletrabajo.
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