Malos tiempos para la industria en España. Su peso respecto al PIB no deja de caer y lo que es peor, la COVID-19 no empuja a pensar en un cambio de tendencia. En esta ocasión, ponemos el foco en la industria pesada, aquella dedicada a la extracción y transformación de las materias primas como la siderurgia, metalúrgica, la industria química o la petroquímica. El peso sobre el PIB en España de estas ramas productivas cada vez es más pequeño. Pero, ¿podemos esperar inversiones en el sector? ¿Se invierte en la mejora de su competitividad en el panorama global? Los representantes de sus principales asociaciones responden a nuestras preguntas. Y lo tienen claro: El universo digital y las nuevas tecnologías de fabricación van a ser determinantes para definir las estrategias de las empresas y asegurar sus posibilidades de éxito.
CONFEMETAL
El universo digital y las nuevas tecnologías de fabricación van a ser determinantes para definir las estrategias de las empresas y asegurar sus posibilidades de éxito, así como un factor cada vez más decisivo para la atracción de inversiones y de talento. Incorporarse a esta corriente no es opcional porque va a determinar la propia supervivencia de las empresas y, muy especialmente, en segmentos como el de la industria pesada, que se mueven en un marco de gran competencia y márgenes muy ajustados. Es la opinión de José Miguel Guerrero, presidente de la Confederación Española de organizaciones Empresariales del Metal (Confemetal), quien también asegura que la actual crisis “ha venido a precipitar un cambio de modelo productivo, con especial énfasis en la digitalización, que ya estaba en marcha y al que se dedicaban volúmenes de inversión crecientes. El problema es que la propia crisis está retrasando y limitando las inversiones”.
Desde esta confederación, aseguran también que los proyectos de digitalización se están extendiendo a todos los ámbitos de la actividad industrial. “La incorporación de nuevas tecnologías de la información y comunicaciones, la digitalización o la robótica, se está produciendo en toda la cadena productiva, de gestión y comercial y está permitiendo mejorar las tareas más peligrosas y menos productivas, cumplir mejor las exigencias medioambientales y energéticas e impulsar la economía circular y el uso racional de los recursos”.
La administración de la energía, clave
Por otra parte, para muchas empresas industriales la energía es un coste de primer orden, por delante, incluso, de los costes laborales. Muchos segmentos industriales son intensivos en el uso de energía y su uso y su gestión racionales condicionan la propia rentabilidad de la actividad. En este sentido, Guerrero asevera que la digitalización “está siendo un factor determinante para la eficiencia energética en las empresas”. Al ser un coste mayor, muchas han invertido en digitalización y racionalización con excelentes resultados de mejora de ratios globales de intensidad energética y, como consecuencia, de competitividad. “Pero este esfuerzo debe ir acompañado, para ser verdaderamente decisivo para mejorar la productividad del sector industrial, de medidas que permitan, garantizar en todo momento y de forma equilibrada, un suministro de energía seguro, un sistema de precios competitivo y el respeto al medio ambiente”, concluye el presidente.
UNESID
La siderurgia es una actividad íntimamente ligada a los procesos de digitalización, que no es un fin en sí mismo, sino un medio, excelente, para incrementar la eficiencia de las operaciones. La digitalización se encuentra en todas las fases de la actividad productiva y, desde hace unos años, ha comenzado a estar presente en las áreas ‘menos industriales’ de las empresas, sin duda, con un avance imparable. “La utilización principal de la digitalización se concentra en las actividades productivas, en particular en control de procesos, que ha permitido incrementar sustancialmente la eficiencia de las operaciones”, opina Andrés Barceló, director general de la Unión de Empresas Siderúrgicas (Unesid), “la digitalización es un componente imprescindible en los nuevos desarrollos industriales derivados del proceso de descarbonización: no se pueden concebir los futuros hornos de tratamiento del material, sean de inducción o alimentados con hidrógeno ‘verde’ sin la digitalización de los procesos”.
Eficiencia energética
Respecto a la eficiencia energética, desde Unesid consideran que la actividad siderúrgica es una actividad muy intensiva en consumo de energía. Es más, según Barceló, “la energía es el segundo insumo del proceso productivo, solo por detrás de las materias primas, por lo que la eficiencia en su uso es un requisito imprescindible para mantener la competitividad de las industrias”. La industria española está ya muy cerca de la asíntota en la eficiencia energética en los procesos ‘clásicos’, “por lo que el siguiente paso será la implantación de nuevas tecnologías en calentamiento, todavía no disponibles hoy a escala industrial”.
AOP
Desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), su director general, Andreu Puñet, también constata que la adopción de nuevas tecnologías digitales a los procesos de fabricación pesada “más que relevante, es fundamental para transformar la industria del refino”. Según considera, “la adopción de nuevas tecnologías en el sector es lo que está logrando que los procesos y productos sean menos intensivos en energía y en emisiones. Por otra parte, la digitalización incrementa la eficiencia energética, clave en una industria en la que los costes energéticos constituyen más de la mitad de los costes de producción”. Y añade: “La optimización de los rendimientos y la seguridad de los procesos se incrementan notablemente con la digitalización y la aplicación de la inteligencia artificial a los mismos”.
En esta misma línea, en AOP recuerdan que las inversiones del sector en I+D+i llevan realizándose en las últimas décadas con el objetivo de aumentar la eficiencia, poder procesar crudos de orígenes distintos y obtener productos finales con cada vez menos emisiones para adaptarse a la demanda existente en cada momento. A partir de ahora, estas inversiones tienen que dirigirse a producir ecocombustibles –combustibles líquidos bajos en carbono– a partir de residuos, hidrógeno verde o la captura y almacenamiento de CO2. “Nuestra industria es parte de la solución en la lucha contra el cambio climático y la tecnología es un gran aliado en esta labor. No sólo se está llevando a cabo una transición energética en el sector, sino una transformación digital y al menos en nuestro caso, la una no puede ir sin la otra”, añade Puñet. Asimismo, “los procesos de refino, intensivos energéticamente, necesitan mejoras continuas para evitar incidencias y desviaciones que impidan un funcionamiento eficiente y óptimo. Las tecnologías digitales como el análisis de datos masivo o la inteligencia artificial ayudan, sobre todo, a la monitorización continua del rendimiento energético y a la optimización de las variables operativas”.
Energía y competitividad
La eficiencia energética es muy importante de cara a la competitividad en el proceso del refino y en la reducción de emisiones generadas por esta actividad. “Para transformar el crudo en productos útiles tanto para la movilidad como para la industria petroquímica, por citar algunos ejemplos, se requiere un uso intensivo de la energía que supone altos costes operativos y tiene como consecuencia la emisión de CO2”, continúa el director general de AOP, quien también asegura que la eficiencia energética es ya, en la actualidad, “una de las palancas fundamentales para reducir nuestra intensidad energética y, por tanto, nuestras emisiones, y es una de las prioridades esenciales en nuestro sector, que lleva años implementando procedimientos de gestión energética y mejora de la eficiencia”. Estos procesos de mejora continua ofrecen oportunidades que desde la asociación seguirán analizando, para reducir aún más las emisiones de sus centros industriales en el futuro. “Se estima que mediante eficiencia energética nuestro sector puede reducir sus emisiones un 17% en 2030 y un 22% en 2050, con respecto a 2008”.
Un apunte más. Andreu Puñet concluye explicando que la digitalización incrementa la eficiencia energética, facilitando la implantación de los sistemas de gestión de la energía, el control avanzado de procesos, la monitorización de los equipos o las analíticas predictivas, la integración de calor entre unidades gracias, por ejemplo, a la tecnología pinch o la mejora continua de la tecnología de los procesos de refino “que ponen de manifiesto que sin la tecnología aplicada a las operaciones y mantenimiento, una planta industrial no podría ser eficiente en todo su ciclo de vida y, por tanto, perdería rentabilidad”.
FEIQUE
“La digitalización de la industria química permitirá tener la información adecuada, en el momento adecuado y sobre el dispositivo adecuado”, asegura, por su parte, Cristina González, directora de Estrategia, y Advocacy e Innovación de Feique y secretaria técnica de la Plataforma Tecnológica Española de Química Sostenible SusChem-España. En su opinión, este cambio sucederá de manera horizontal y abarcará todo el ciclo de vida del producto, incluyendo todas las etapas: abastecimiento, producción y ventas. Esto supondrá que los procesos actuales dentro de la industria química se puedan simplificar y agilizar reduciendo cualquier riesgo.
“Mejorará la calidad del producto y contribuirá a la reducción de gases de efecto invernadero”, agrega González y, en este sentido, se puede afirmar que la digitalización de la industria química es clave para orquestar el camino hacia la economía circular neutra en carbono incluyendo nuevas cadenas de valor. “Permitirá, además, aumentar la capacidad productiva y mejorar la creación de productos y servicios innovadores que la sociedad (o el cliente) demanda”.
Por otra parte, “además de las mejoras en los procesos actuales, aparecerán nuevos modelos de negocio en base a las nuevas tecnologías que permitirán a las empresas evolucionar hacia modelos de negocio que hasta ahora no eran posibles”, continúan desde Feique para asegurar que “la comunicación global entre dispositivos generará redes de información que permitirán extender la vida útil de los activos y anticiparse a los problemas, porque no sólo se estarán teniendo en cuenta los activos de nuestra planta sino todos los similares existentes en el mundo”.
Respecto a cuáles son los casos de uso habituales para los proyectos digitales de la industria pesada, Cristina González asegura que “durante décadas, la industria química, por la propia naturaleza de sus instalaciones, ha hecho un uso extensivo de sistemas y tecnologías de la información aplicado a áreas tales como logística, diseño, monitorización y reparación”. Pero, según su criterio, “las fábricas del futuro no serán suficientemente competitivas sin sistemas digitales integrados. La producción emplea cada vez con mayor frecuencia innovaciones digitales tales como captura de datos, planificación y control, modelización, simulación, cloud computing y análisis de Big Data gracias a ordenadores de alto rendimiento y conexiones de datos cada vez más potentes”.
Factor de competitividad
Desde la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique), también consideran que la energía es un factor de competitividad clave para la industria química, ya que, “muchos de los subsectores que integra son consumidores altamente intensivos de este recurso, por lo que la eficiencia en esta área resulta esencial”. Esto, a su vez, impulsa a la industria química a apostar de manera continua por la innovación en ésta y a la implementación de las tecnologías más eficientes en este campo.
En este sentido, la digitalización, sin duda, juega, desde hace tiempo, un papel muy relevante. “Está ampliamente demostrado que los procesos de fabricación conectados y la aplicación de tecnologías digitales, además de promover una industria más competitiva y sostenible, generan modelos productivos notablemente más eficientes puesto que favorecen la optimización de los procesos, lo que permite ahorrar recursos y energía. Algunas de estas tecnologías digitales son el big data y el análisis predictivo para el diagnóstico de ineficiencias energéticas a partir del análisis de datos, los gemelos digitales o el blockchain, que proporcionan información y soluciones muy valiosas a las plantas industriales”, concluye la directora de Estrategia.
¿Es necesario reindustrializar España?
En estos momentos que corren, una de las preguntas más recurrentes es si es necesario reindustrializar nuestro país. Una cuestión que desde Automática e Instrumentación también hemos trasladado al panel de expertos. Y, en este sentido, Andreu Puñet, director general de AOP, afirma rotundo: “Sí, sin ninguna duda, tanto para tener un papel clave en la transición energética como para continuar siendo competitivos en el mercado. La industria es primordial para el desarrollo económico, la generación de empleo de calidad en España y la innovación y los datos lo avalan: representa el 50 % del PIB, crea 2,9 millones de empleos directos, indirectos e inducidos y ha invertido 50.000 millones en los últimos años”. En su opinión, la lucha contra el cambio climático y la reciente crisis sanitaria han puesto de manifiesto la necesidad de que la industria, como motor de progreso y generadora de productos esenciales, se ponga al servicio de lo que demanda la sociedad y adopte medidas para garantizar la sostenibilidad, lo que incrementará la demanda y la competitividad.
“Reindustrializar España no solo es necesario si no que es el único camino para una recuperación firme tras esta crisis y para definir un modelo productivo de futuro”, añade en este mismo sentido José Miguel Guerrero, Presidente de Confemetal, “la Industria es la única base sólida para una economía competitiva capaz de sostener un estado del bienestar como el que exige la sociedad española, responder a los retos globales de sostenibilidad y asegurar la protección medioambiental”.
Para Cristina González, directora de Estrategia, y Advocacy e Innovación de Feique, “España es un claro ejemplo de pérdida progresiva de músculo industrial que no nos podemos permitir”. Según los datos de esta federación, si el peso sobre el PIB era del 20% hace 25 años, ahora mismo se sitúa en el 16%. “Sin embargo, la industria ha demostrado históricamente, pero ahora quizás más que nunca, ser una fuerza tractora de la economía, con potencial real de generar a su alrededor un tejido productivo sólido y de mayor valor añadido que el sector servicios y capaz de dinamizar la I+D+i; pero, sobre todo, la industria tiene una capacidad de crear riqueza y empleo de alta calidad salarial, formativa y de estabilidad”, considera González. Y añade: “Prueba de ello, es que los países con una industria más consolidada son casi siempre los que mejor afrontan las crisis, sean de la índole que sean. Y lo estamos comprobando en ésta que nos ha tocado vivir con la COVID-19, los países industrialmente más avanzados son los que están sufriendo menos en el plano económico y están mostrando mayor resiliencia en tiempos complicados”.
Desde Unesid, su director general, Andrés Barceló, considera que es evidente que la participación de la industria en la economía nacional ha disminuido en los últimos años, (ello ya sin tener en cuenta el efecto de la pandemia COVID-19). Según su criterio, la actividad industrial, y en particular la de la industria básica, tiene algunas características específicas que consideramos muy positivas para la sociedad española: empleos de mucha calidad con contratos indefinidos, formación continuada a lo largo de la vida laboral y posibilidad de desarrollar una carrera profesional en la industria. Y, en la línea de Feique, Barceló también opina que “existe consenso en que un país con una fuerte componente industrial está mejor preparado para soportar las adversidades económicas que otro cuya economía se base mayoritariamente en servicios de medio y bajo valor añadido”.
Del impacto de la COVID-19 y cómo afrontarlo
Como no podía ser de otra manera, la crisis sanitaria se ha dejado notar en las cifras de negocio de los sectores que conforman la industria pesada. Así, según los datos que manejan desde Confemetal, hasta mayo, último mes con cifras consolidadas, la producción industrial de metal cayó un 22,4%, cuando en el mismo periodo del año pasado crecía un 1%. De la misma manera, la facturación de esta industria registraba en los cinco primeros meses del año un retroceso del 22,1% frente al avance del 2% en el mismo periodo del año. Unos datos nada alentadores con un futuro bastante incierto si atendemos a las declaraciones de José Miguel Guerrero, Presidente de esta confederación, quien considera que “es imposible prever cómo será la salida de esta crisis y sus plazos. El actual grado de incertidumbre no permite hacer previsiones realistas”. Según su criterio, todo va a depender de cómo evolucione la propia pandemia y, sobre todo, de las medidas adicionales que se apliquen para restablecer la normalidad e impulsar la competitividad de las empresas a medida que se vaya retomando la actividad y se estabilice el nuevo contexto económico. “La actividad económica, como toda la actividad humana, se basa en la confianza y la seguridad y, hoy por hoy, no tenemos niveles suficientes ni de una ni de otra”, concluye.
“El cierre de la economía española en el mes de abril y la lentísima recuperación ha ocasionado una brusca caída en la demanda de los sectores consumidores de acero que ha impactado en todas las líneas de producción y negocio”, lamenta también Andrés Barceló, director general de Unesid, quien también reconoce que, con estos antecedentes, “la situación de las empresas siderúrgicas españolas no es buena, aunque mantienen su optimismo de cara a una recuperación en el segundo trimestre de 2021”.
Más optimistas son en AOP, al ser considerado como esencial al sector que representa. Andreu Puñet, director general de esta asociación, explica que “el compromiso de un servicio esencial como es el sector del refino con la sociedad española no ha sido sólo durante los meses más duros de la crisis, sino que se mantiene a largo plazo. La pandemia ha servido para demostrar que el sector tiene la capacidad de adaptarse a las circunstancias gracias a las inversiones hechas en el pasado. Continuar en esta línea de inversiones en nuevas tecnologías es nuestro objetivo de cara a la recuperación económica”.
En situación similar se encuentra la industria química, cuyo papel ha sido estratégico en esta crisis. Prueba de ello, es que fue declarado como sector esencial desde el inicio de la alerta sanitaria, por lo que se ha desenvuelto con solvencia y el impacto negativo de esta profunda crisis se ha hecho sentir en menor medida que en otras ramas productivas. Así lo explican desde Feique, quienes también reconocen que la industria química “se ha visto afectada por el desplome de dos de sus principales sectores demandantes como son la automoción y la construcción, aunque también ha logrado mantener el 95% de la actividad productiva habitual, incluso en los mayores momentos de endurecimiento de las condiciones”.
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