No sé por qué razón, la situación de pandemia COVID-19 y su repercusión en la industria, me ha recordado a un golpe de ariete. He revivido mis lejanas clases de mecánica de fluidos en la universidad, donde descubrí este fenómeno. La teoría indicaba que en una tubería con un líquido circulando a una cierta velocidad, si el flujo es reducido o interrumpido bruscamente, como consecuencia se genera una onda de sobrepresión, que se desplaza a una velocidad muy elevada por la tubería, y cuyo impacto puede causar importantes defectos mecánicos en la instalación.
En uno de mis primeros proyectos de automatización ya pude observar en la práctica la aparición y consecuencias de un golpe de ariete. Era una industria del sector lácteo y, para evitar un accidente humano, un operador pulsó el paro de emergencia de una unidad de limpieza CIP grande y en pleno funcionamiento. Como resultado provocó la detención inmediata de la larga columna de líquido detergente, produciendo un tremendo choque en la instalación, donde temblaron intensamente las tuberías y a la vez se generó un fuerte ruido por la colisión. Por suerte, los defectos mecánicos que ocasionó fueron leves, y permitieron una rápida reparación de los circuitos.
Muchas empresas han vivido un efecto similar a un golpe de ariete productivo, provocando importantes daños económicos
Durante este año muchas empresas han vivido un efecto similar; acostumbradas a flujos de producción elevados, han sufrido una reducción inesperada y muy rápida de fabricación. En la mayor parte de estos casos la producción, al igual que los líquidos, no se puede comprimir, por tanto las repercusiones negativas son inmediatas, su efecto puede ser de larga duración y en algunas ocasiones incluso es irreversible.
Pero también es cierto que otras compañías, a pesar de haber padecido circunstancias de similar dificultad, han tenido una recuperación más dinámica, e incluso han salido fortalecidas. Pueden existir causas sectoriales que han favorecido este ágil restablecimiento, como en algunas industrias alimentarias o farmacéuticas, pero no siempre es así; hay situaciones donde la poca afectación ha sido a consecuencia de factores estratégicos en su modelo productivo (Por ejemplo: nivel elevado de automatización, flexibilidad operativa, capacidad de trabajo remoto, variedad de proveedores, etc.).
Esta experiencia puede ayudarnos a repensar mejor nuestros procesos industriales, para hacerlos más resistentes a incidencias futuras
Estamos en situaciones continuas de VUCA (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad, Ambigüedad) y, aunque esperemos que pronto exista una solución para el COVID-19, quizás esta experiencia pueda ayudarnos a repensar y diseñar mejor nuestros procesos industriales, para hacerlos más resistentes a incidencias futuras.
Ya hace unos años, el sociólogo Zygmunt Bauman explicaba que nos encontrábamos en el paso desde una modernidad “sólida” con estabilidad y repetitividad, hacia una “líquida” donde ahora prima la flexibilidad y volubilidad. En estos “tiempos líquidos” es muy aconsejable repensar nuestros procesos, y lo más importante, debemos estar dispuestos a cambiar de táctica para adaptarlos. Sin duda la automatización, la fabricación flexible, y las novedades tecnológicas que están apareciendo, pueden ser un enorme aliado para conseguir estos objetivos.
Antoni Rovira
Responsable Arquitecturas Integradas y Software en Rockwell Automation
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