En el frente corporativo, los analistas aseguran que esta corona-crisis ha traído consigo la oportunidad para digitalizar más procesos, eliminar riesgos de las cadenas de suministro de extremo a extremo, encontrar nuevas líneas de negocios y acelerar el teletrabajo. En ese sentido, los días de confinamiento supusieron un test de estrés para el sistema. Pero, como en cualquier prueba, el contexto en el que ésta se desarrolla condiciona el resultado.
Una vez acabado el confinamiento, algunos trabajadores siguen prefiriendo discutir problemas y soluciones tomándose un café a la panoplia de tecnologías de webconferencing, por muchos avances que incorporen. Aun así, lo cierto es que no existe un único enfoque para afrontar el problema. El trabajo remoto tiene sus ventajas e inconvenientes.
“Después de la COVID-19, algunas compañías volverán a su forma de operar tradicional, siempre que hayan sobrevivido. Otros harán todos los cambios necesarios para ser más digitales, lo que también los hará más ágiles y globales”, señala Benjamí Villoslada, bitólogo optimista. Pero el proceso no es sencillo, ya que la COVID-19 también está afectando el suministro de materias primas, rompiendo la cadena de valor de los componentes electrónicos, con el consecuente riesgo inflacionario de los productos que esto supone, como subraya Paul Sallomi, Líder Global de Industria, Medios y Telecomunicaciones de Deloitte.
A pesar de todo, o precisamente por ello, Internet, la infraestructura digital (es decir fibra, Wifi y conexiones 4G), que permite este nuevo escenario, han respondido y aguantado el reto. Las videoconferencias funcionan razonablemente bien, hay un montón de iniciativas de formación que se ejecutan en diferentes canales y muchas ideas para mejorar las condiciones de teletrabajo. Con todo, incluso con improvisaciones producto de la inédita situación, las compañías tecnológicas están capeando la tormenta. "Cada mes de la crisis COVID-19 equivale a un año en la creciente importancia de convertir en software todo lo que pueda ser software", insiste Villoslada.
Por otro lado, esta crisis también ha supuesto una oportunidad para que muchas compañías exploren nuevas líneas de negocio, aunque eso haya significado, sobre todo al principio de la pandemia, adentrarse en la llamada economía de guerra. El grupo aeroespacial y de ingeniería Rolls-Royce y la compañía de aspiradores Dyson pasaron a producir respiradores. En España, SEAT también los fabricó utilizando elementos de los parabrisas de los automóviles, mientras que Italia recicló contenedores de transporte marítimo con el mismo propósito.
Entretanto, la Inteligencia Artificial y la supercomputación han estado ayudando en la lucha contra el SARS-COV-2. Además, existen sistemas biométricos que ya añaden el factor temperatura a la lectura de las huellas dactilares, y reconocimiento de iris y facial, así como tecnología para detectar rostros a través de mascarillas. Pronto sabremos también si nuestro sistema inmunitario ha producido anticuerpos para combatir otro ataque del Coronavirus y algunos han hablado incluso de crear carnés de inmunidad, en nombre de la seguridad pública, lo que genera no pocas controversias.
Desafíos de privacidad
Este escenario, que bien parecía un episodio de Black Mirror, implica un uso intensivo de datos y plantea problemas de privacidad y seguridad. Varios países han implementado durante los últimos meses medidas que contemplan un uso permisivo del procesamiento de datos, como el seguimiento de teléfonos móviles, el mapeo público de personas infectadas y las técnicas de vigilancia masiva para monitorear y hacer cumplir el confinamiento, la cuarentena y el distanciamiento social, así como el seguimiento y rastreo de los contactos.
¿Quién controla estos datos? ¿Las aplicaciones COVID-19 cumplen la GDPR europea? Los gobiernos afirman que sí. Pero los ciudadanos ya reclaman sus derechos. El Big data también debe estar sujeto a las reglas democráticas.
En este sentido, Yolanda Peña, abogada especializada en protección de datos y Compliance Officer, destaca que "es que todo uso de datos que se realice a través de plataformas tecnológicas puede ser una herramienta muy útil y necesaria para combatir la pandemia de la COVID-19. Ahora bien, dichos usos deben realizarse siempre conforme a la normativa y principios que rigen en materia de protección de datos personales (ej. anonimización de datos) de tal forma que se garantice el derecho a la privacidad dentro del marco de actuación de las administraciones públicas y autoridades sanitarias”.
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